Es algo que siempre me ha gustado de la fotografía callejera, esos momentos cotidianos, pero humorísticos, a veces absurdos, otras simplemente curiosos.
Me fascinan las fotografías de Elliott Erwitt.
Totalmente casual. Es pasar por allí en el momento preciso y tener la suerte verlo y la capacidad de reaccionar. Para mí estas imágenes son regalos, regalos que te da la calle.
En otro tipo de fotos sí, pero en este caso, quedarse a esperar a que parezca una mujer con un peinado prácticamente igual al de las maniquíes y se pare a contemplar el escaparate, no tiene mucho sentido. Sería más probable que te tocara la lotería con un boleto encontrado en el suelo de un cine a oscuras.
Yo pienso igual que tú. No es posible que de un “pasaba por allí” salgan esas fotos... o si.
Imagino que en su cabeza tiene guardados escenarios y posibles conjunciones, y a fuerza de prueba - error le salen. Y aún así lo veo meritorio!
Desde luego vivir en una ciudad tremendamente bulliciosa y con millones de vallas publicitarias debe ayudar.
Vivir en Apatamonasterio (un poner), no ayuda, no.
Este hombre me parece un genio en esta disciplina.