El sitio es realmente espectacular, también el entorno.
Desde luego el morador supo elegir bien dónde acabar sus días.
Cuacos de Yuste, el pueblo, es muy bonito, y esa zona tiene un microclima donde lo mismo se dan naranjos que se produce el famoso pimentón (y tabaco, más antes que hoy), pero el entorno del monasterio es una pasada.
Si tienes la suerte de verlo entre la niebla, en invierno, ya ni te cuento.
Y muy muy cerquita hay una curiosidad que no todo el mundo conoce: un cementerio de soldados alemanes muertos en las dos guerras mundiales, mantenido por el estado alemán.
Si tienes oportunidad, es un viaje que vale mucho la pena, por todo.