Hoy nos hemos levantado un poco más tarde por motivos técnicos y desayunamos en la habitación.
Cogemos el coche con rumbo a Valdemossa y el viaje se realiza sin incidencias. Hace Sol y buena temperatura pero cuando sopla el viento se agradece una chaquetita.
Según nos acercamos a Valdemossa notamos una abundante presencia de ciclistas. Es domingo y me imagino que un día en el que muchos aficionados se echan a la carretera. Vamos avanzando un poco más lento debido al preceptivo margen de seguridad para adelantar a los ciclistas.
Mi pareja lee en el móvil "10 cosas imprescindibles para visitar en Valdemossa" somos obedientes y procedemos a la visita. Algunos los obviamos, como la casa de Chopin y paseamos por los Jardines de JC I las bonitas calles de la ciudad. El parking estaba lleno me imagino porque hemos llegado algo más tarde de lo normal.
Leemos que la carretera al Port de Valdemossa es estrecha y revirada pero que las vistas merecen la pena así que nos lanzamos a la aventura. El mundo no es para los cobardes!
Coño con la carretera
y eso que tengo experiencia con algunas de la sierra granadina! Todavía algún que otro ciclista pero mucho menos. Rezamos para no encontrarnos otro coche en sentido contrario. Hay suerte y no sube nadie.
Llegamos al Port, que es muy chiquitín y es cierto que las vistas son preciosas. Hay fuerte oleaje que moja los coches aparcados detrás del rompeolas.
Tras un paseíto y algunas fotos, decidimos tomar un aperitivo en el , al parecer, el único bar restaurante del Port.
Hay varias mesas con extranjeros ya dando buena cuenta de la comida. Es la una de la tarde. Nos sentamos planificando la próxima etapa.
Los extranjeros si que saben vivir bien. Su buen vinito, mesita al Sol... Hay grupos de motoristas y ciclistas. También alguna pareja. El camarero y las camareras (la mayoría son mujeres) no paran.
El aperitivo entra bien.
Convenzo a mi mujer de comer aquí mismo, con vistas al mar, disfrutando de la paz y tranquilidad y pedimos una paella. 25 minutos después empezamos a devorarla y la decisión fue todo un acierto. La paella riquísima y el precio, justo. Un perrillo chihuahua se nos planta al lado pidiendo comida.
Carretera y manta con destino al próximo pueblo, Deia. Carretera con muchas curvas y cuando al final llegamos, imposible aparcar. Todo lleno pese a varios intentos por lo que decidimos continuar hasta Sóller. Si da tiempo lo intentamos a la vuelta.
Llegamos a Sóller y aparcamos. Unas chicas alemanas acaban de sacar el ticket del parking sin darse cuenta que es domingo y no se paga. Too late, babies. Rubias y con ojazos azules son monísimas y las hay a docenas por todas partes.
Nos dirigimos a la plaza donde se encuentra la iglesia de San Bartomeu y al lado el Banco Sóller de estilo modernista. Una maravilla con la montaña al fondo. Tomamos un café y un zumo de naranja, base de la economía de la zona, los cítricos. Nos recibe también la llegada del tren que es una preciosidad.
Paseamos por sus calles y de nuevo ponemos rumbo a Fornalutx. No tengo muy claro que hay que ver allí vamos un poco a la aventura.
La llegada al pueblo un poco angustiosa: una ambulancia y dos coches de la Guardia Civil que nos dicen que pasemos. No vemos heridos y esperemos solo haya sido un susto menor. Mal cuerpo.
El pueblo es pequeño pero una preciosidad. Calles llenas de plantas y flores, casas perfectamente conservada, vistas impresionantes. Unos niños juegan junto a la fuente en una plaza. Tiene una especia de cazo supongo que para beber.
Nos despedimos del pueblo y tenemos 50 minutos de vuelta a casa. Toca cenar ligerito en el apartamento y descansar un poco.
Mañana da la previsión un poco nublado aunque viendo el tiempo hoy me permito dudarlo. Estamos decidiendo el plan de mañana.
Cogemos el coche con rumbo a Valdemossa y el viaje se realiza sin incidencias. Hace Sol y buena temperatura pero cuando sopla el viento se agradece una chaquetita.
Según nos acercamos a Valdemossa notamos una abundante presencia de ciclistas. Es domingo y me imagino que un día en el que muchos aficionados se echan a la carretera. Vamos avanzando un poco más lento debido al preceptivo margen de seguridad para adelantar a los ciclistas.
Mi pareja lee en el móvil "10 cosas imprescindibles para visitar en Valdemossa" somos obedientes y procedemos a la visita. Algunos los obviamos, como la casa de Chopin y paseamos por los Jardines de JC I las bonitas calles de la ciudad. El parking estaba lleno me imagino porque hemos llegado algo más tarde de lo normal.
Leemos que la carretera al Port de Valdemossa es estrecha y revirada pero que las vistas merecen la pena así que nos lanzamos a la aventura. El mundo no es para los cobardes!
Coño con la carretera

Llegamos al Port, que es muy chiquitín y es cierto que las vistas son preciosas. Hay fuerte oleaje que moja los coches aparcados detrás del rompeolas.
Tras un paseíto y algunas fotos, decidimos tomar un aperitivo en el , al parecer, el único bar restaurante del Port.
Hay varias mesas con extranjeros ya dando buena cuenta de la comida. Es la una de la tarde. Nos sentamos planificando la próxima etapa.
Los extranjeros si que saben vivir bien. Su buen vinito, mesita al Sol... Hay grupos de motoristas y ciclistas. También alguna pareja. El camarero y las camareras (la mayoría son mujeres) no paran.
El aperitivo entra bien.
Convenzo a mi mujer de comer aquí mismo, con vistas al mar, disfrutando de la paz y tranquilidad y pedimos una paella. 25 minutos después empezamos a devorarla y la decisión fue todo un acierto. La paella riquísima y el precio, justo. Un perrillo chihuahua se nos planta al lado pidiendo comida.
Carretera y manta con destino al próximo pueblo, Deia. Carretera con muchas curvas y cuando al final llegamos, imposible aparcar. Todo lleno pese a varios intentos por lo que decidimos continuar hasta Sóller. Si da tiempo lo intentamos a la vuelta.
Llegamos a Sóller y aparcamos. Unas chicas alemanas acaban de sacar el ticket del parking sin darse cuenta que es domingo y no se paga. Too late, babies. Rubias y con ojazos azules son monísimas y las hay a docenas por todas partes.
Nos dirigimos a la plaza donde se encuentra la iglesia de San Bartomeu y al lado el Banco Sóller de estilo modernista. Una maravilla con la montaña al fondo. Tomamos un café y un zumo de naranja, base de la economía de la zona, los cítricos. Nos recibe también la llegada del tren que es una preciosidad.
Paseamos por sus calles y de nuevo ponemos rumbo a Fornalutx. No tengo muy claro que hay que ver allí vamos un poco a la aventura.
La llegada al pueblo un poco angustiosa: una ambulancia y dos coches de la Guardia Civil que nos dicen que pasemos. No vemos heridos y esperemos solo haya sido un susto menor. Mal cuerpo.
El pueblo es pequeño pero una preciosidad. Calles llenas de plantas y flores, casas perfectamente conservada, vistas impresionantes. Unos niños juegan junto a la fuente en una plaza. Tiene una especia de cazo supongo que para beber.
Nos despedimos del pueblo y tenemos 50 minutos de vuelta a casa. Toca cenar ligerito en el apartamento y descansar un poco.
Mañana da la previsión un poco nublado aunque viendo el tiempo hoy me permito dudarlo. Estamos decidiendo el plan de mañana.










